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viernes, 29 de abril de 2011

Psicoanálisis y Revisionismo a la luz de Theodor Adorno.

Bueno, ya estoy aquí con fuerzas renovadas.

Roma bien. La considero una ciudad perfecta para ver, pero, en mi opinión, insulsa para vivir. Por lo que sea, no ha despertado en mí ningún sentimiento de empatía; pienso que no conectaría con el modus vivendi de sus gentes. Es curioso, otras ciudades que he visitado me han despertado fuertes deseos de arraigo. Cuando estuve en Londres, por ejemplo, quería...necesitaba  quedarme allí, comunicarme con la 'fauna' del lugar; me apetecía ponerme a bailar y saltar por las calles. Si tuviese veinte años, metería un par de libros y un par de sueters en mi mochila y acamparía indefinidamente en medio de Picadilly circus.

De Roma me interesa el continente, no el contenido. Aunque puede ser una impresión equivocada, quién sabe.

Theodor AdornoComo suele ocurrir cuando paseo por un sitio y no siento conexión con los nativos, pronto mi mente comenzó a divagar y, aprovechando que el Tíber pasa por Roma, me encontré en el interior del Coloseo meditando sobre el psicoanálisis (idea que vino a raíz de pensar en el narcisismo) mientras un montón de turistas hacían fotos entusiasmados recordando la película Gladiator.

Esa meditación continuó su lógico desarrollo y días después me hallaba sumida en ella mientras descansaba un momento en las escaleras de una de esas preciosas Iglesias de las que Roma puede sentirse orgullosa. Me preguntaba qué oscuros motivos podían haber llevado a menoscabar a Freud y su escuela intentando un reduccionismo del tipo sociológico. Recordé que había leido algo interesante sobre esta cuestión en la obra de Theodor Adorno y he aprovechado estos últimos días para repasar someramente algunas frases subrayadas en un par de libros de este autor: Minima Moralia y Sociológica , cuya lectura aconsejo a todo aquél interesado en el tema.

La idea general que me inquieta -entrar en detalles sería demasiado pretencioso para un artículo- es el afán mostrado por la revisionista del psicoanálisis Karen Horney de introducir a toda costa los elementos sociales en la teoría psicoanalista para poder entender mejor al individuo amparándose en que el narcisismo, masoquismo...etc. son productos de la sociedad y el medio no menos que algo que condiciona a estos. Pero, como muy bien explica Adorno, la reflexión revisionista adolece de dos problemas importantes:

1º.- El metodológico. La teoría de los revisionistas está basada en una serie de categorías que ellos suponen que explican la totalidad social. Categorías que no han sido demostradas sino que son aplicadas a priori a la realidad pretendiendo dar una visión global de ella. Horney, por ejemplo, llega a afirmar que el carácter del individuo no está tanto determinado por los conflictos sexuales como por la presión cultural, mientras que Adorno afirma que eliminando del psicoanálisis fenómenos determinantes como el miedo a la castración se está castrando al psicoanalismo mismo. ¿Y de qué categorías nos habla Horney? Pues la fundamental sería -en consonancia con Hobbes- la de la competencia. No obstante, estudios de Eric Fromm han resaltado que en las sociedades liberales la competencia no es la ley con respecto a la cual todo funciona sino que más bien tendríamos que buscar la unidad de la sociedad en base al miedo de la amenaza y la violencia corporal. Precisamente Freud tenía siempre presente este rasgo, el de la violencia encarnada en el individuo. La diferencia entonces entre revisionistas y psicoanalistas radicaría en que los primeros introducen categorías para sociologizar el psicoanálisis mientras que Freud captaría en formas concretas la presión de la sociedad sobre el individuo.

Por ello, el método utilizado por los revisionistas sería incorrecto puesto que en vez de desgajar al individuo de los procesos sociales y, posteriormente, describir la influencia conformadora de estos, lo que se intentaría es descubrir en los mecanismos más íntimos de cada individuo singular las fuerzas sociales determinantes. De estas manera se sociologiza extremadamente el psicoanálisis  concluyendo que los fenómenos  que exigen explicación psicológica serán reintroducidos como principios explicativos y superficializados en cosas obvias dando lugar a la degradación del psicoanálisis y, consecuentemente, a la degradación del propio individuo.

2º.- También logra Adorno dar con lo que hay de ideológico enmascarado en las pretensiones supuestamente neutrales de los revisionistas. Los elementos de la revisión freudiana nos llevarían a un conformismo social traducido en una pasividad del individuo y de la misma sociedad liberal para hacer frente a las patologías creadas por la misma. De este modo la sociedad burguesa se apropia del psicoanálisis para su propia supervivencia. Los revisionistas le hacen el juego al poder y no renuncian a presentar una imagen totalmente armónica de lo social mientras que Freud concluía su obra dando a entender la imposibilidad de construir un sistema allí donde las cosas se revelan desgarradas, esto es, en la misma realidad del sujeto social. Adorno es muy clarito cuando afirma que los revisionistas hacen del análisis del inconsciente parte de la cultura de masas industrializada y de un instrumento de esclarecimiento como es el psicoanálisis, uno de la apariencia según el cual la sociedad y el individuo, la acomodación a la realidad todopoderosa y la dicha coinciden.

Freud fue muy ingenuo al aceptar la estructuración monadológica de la sociedad y, en este sentido, yerra. Pero los revisionistas, que tienen en cuenta los factores determinantes de la sociedad, lo que hacen es superar lo negativo al tratar las relaciones inhumanas como si ya fuesen humanas. Y esto es muy grave. Por otro lado, la propuesta de Horney lleva consigo también la anulación del verdadero yo, de la verdadera individualidad, ya que desecha el pasado (la infancia freudiana) como instrumento del psicoanálisis. Se trataría de eliminar todo cuanto exceda de la presencia inmediata, y con ello cuanto constituye el yo. En la nueva psicología se reflejaría lo que la organización de la sociedad burguesa hizo desde siempre con la propiedad exterior: desarrollarla como resultado del intercambio social.

La psicología repetiría con las cualidades lo acontecido con la propiedad: expropiar al individuo al concederle su clase de felicidad.

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