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domingo, 4 de julio de 2010

Ayúdame, Platón: los cerdos se siguen revolcando en su lodazal

Así, rapidito y a nivel de Bachiller, existen tres posturas frente a la diversidad cultural:

- El Etnocentrismo: consiste en creer que tu cultura es superior y juzgar las demás en base a la tuya. De ese modo, todo aquello que sea distinto será malo.

- El Relativismo: niega la posibilidad de crítica. Todas las culturas son iguales y solamente inteligibles desde dentro. Nada es mejor ni peor.

- El Multiculturalismo: nos dice que debemos coger lo mejor de cada cultura. Habla de un acercamiento dialogante entre ellas de modo que se abone un terreno de enriquecimiento del cual todos salgamos beneficiados.

Sin entrar en debate sobre la carga, en mayor o menor medida, utópica de la tercera postura, me gustaría hacer una apostilla en torno al tema.

Ya Platón, en el Libro VII de La República, a propósito del Mito de la Caverna, hace una reflexión que pone en boca de Sócrates para educar a su discípulo, Glaucón. Dice el ateniense que el mayor o menor acierto que uno tenga para acceder a la verdad se puede parangonar con el modo de mirar las cosas. Existen dos tipos de mirada: aquella que solo ve lo visible, lo material, lo externo, la superficie del objeto, un mirada sensible que no inteligible, un mirar hacia abajo. Por el contrario, los hay que miran con los ojos del alma , pero con la parte divina de ella: la racional, por ello su mirar capta la esencia y no los accidentes del ser; su mirar es dialéctico -busca lo que hay de común en todas las cosas-, un mirar hacia arriba. Por ello, Sócrates se burla del discípulo cuando éste ve la astronomía como una elevada ciencia por tener que elevar la cabeza para acceder a sus arcanos. Replica el maestro que, por mucho que eleves tu cabeza, si miras con órganos sensibles, solo obtendrás la doxa, el falso conocimiento; a diferencia de cuando miras con el órgano inteligible, el alma, cuyo resultado será la noûs o verdadera ciencia.

Hagamos un ejercicio de reflexión: miremos la imagen de estos dos niños primero simplemente con los ojos -evidentemente, obtendremos las diferencias-; pero no nos quedemos con eso, miremos luego con el alma, con la racionalidad...¿seguimos viendo diferencias o más bien vemos dos manifestaciones de una misma esencia, ambas repletas de posibilidades, de las mismas posibilidades?

A veces el exceso de teorías o unas pocas malas experiencias embotan el alma y nos llevan a caer en falacias absurdas, carentes de lógica, argumentos que no pasarían un mínimo filtro filosófico. Desgraciadamente, el mirar con los ojos sensibles adoptando la postura etnocéntrica es el manjar del que gustan algunos como forma de nutrirse en su triste existencia.

Platón los definió con atino: aquellos que son ignorantes voluntariamente y disfrutan permaneciendo en ese estado, son semejantes a los cerdos revolcándose en su lodazal.

No entiendo las miradas sensibles, no comparto el mirar hacia abajo y declaro mi absoluto desprecio a todos aquellos que se deleitan machacando las rosas con botas militares.

En cualquier caso, démos de comer a los puercos, que no se diga que somos malos anfitriones.

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