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jueves, 6 de enero de 2011

Queridos Reyes Magos:

Los Reyes MagosEn primer lugar disculparme por escribir la carta a última hora. Pero es que yo siempre hago las cosas a última hora; ya me conocen de muchos años.

He de confesar a sus majestades que nunca me cayeron demasiado bien. Bueno, cuando era muy pequeña sí les tenía bastante cariño, pero a partir de los once o doce años comencé a pensar seriamente que ustedes a mí no me tenían demasiada estima, incluso me atrevería a decir que me tenían cierta tirria puesto que nunca acertaban en ninguno de los regalos que yo les pedía.

También he de confesar que durante muchos años me cayó mejor Papá Noel. ¿El motivo? Porque lo del trineo volador me parecía mucho más interesante que el tema de los camellos; pero, sobre todo porque Papá Noel hacía unos regalos mucho más importantes sin pedir tanta bondad a cambio de ellos. A mí no, claro, porque en mi casa a Papá Noel le tenían prohibida la entrada, incluso algunos mayores se empeñaban en decirme que no existía, que solo existían los Reyes Magos. Eso no me cuadraba ya que, si Papá Noel no existía, ¿cómo dejaba regalos en las casas de mis amigas? No sirvió tampoco de mucho el que yo les defendiese con mil y un argumentos contra unas cuantas bobas de mi clase que se empeñaron en decir que ustedes eran los padres (menuda estupidez). Hasta llegué a pegarme con una de ellas una vez por esta cuestión. Pero nada: cuando llegaba el seis de enero resultaba que quien recibía los regalos que yo anhelaba eran ellas y no yo. Tienen ustedes un sentido del humor un tanto retorcido, majestades.

En fin, superado ya aquello, les escribo para pedirles lo siguiente:

- Sean generosos con todos los niños, en especial, con aquellos más pobres. Los más necesitados son los que merecen mejores regalos. ¿No son ustedes magos? Pues hagan magia que ésa es su faena.

- Olviden para siempre la amenaza del carbón. No es efectiva. Desde el momento en que no son ustedes demasiado coherentes y los niños ven como esa compañera de clase que es absolutamente repelente y ese niño que siempre dice palabrotas reciben la Xbox y la Wii, ¿con qué derecho exigen ustedes bondad so pena de carbón al pobre que va todos los días al cole con las rodillas temblando por si le quitan el bocadillo o lo excluyen de los juegos en el patio? ¿Son ustedes sádicos? Mal, muy mal el tema del carbón. No saben gestionarlo. Fuera para siempre el carbón entonces.

- Prohiban explicitamente a los padres decirles a sus hijos que pidan cosas de provecho. Los niños no quieren cosas de provecho, por el amor de Dios. Ellos odian los sueters, pijamas, estuches...etc. Quieren juguetes, a ser posible el juguete más estúpido del mercado. Bastante es que en su cumpleaños y su santo les regalen cosas de provecho. Ahora hay que regalarles eso que sus padres saben que les hará chillar de alegría. Si no les hace dar saltos y volverse locos...no es una buena opción.

- No vale que suba un paje al piso en vez de alguno de ustedes. No vean el trauma que ocasiona en una criatura el hecho de que no acceda a su piso más que el paje del Rey Baltasar mientras que en el piso del vecinito entrasen dos de ustedes y encima conversasen un rato con sus padres. O suben a todas las casas o no suben a ninguna. Pero aclárense de una vez.

- Si se les pide un juguete de tal marca, significa que tiene que ser de esa marca y ninguna otra puede suplirla. Imagino que ustedes, a su edad, verán una tontería este dato pero les puedo asegurar que la mayoría de las veces, la diferencia entre dejar un muñeco Bob Sponja o un Gormiti es la misma que existe entre el Cielo y el Infierno. Si se les hace creer que da igual una cosa u otra, cuando crezcan pueden encontrarse con la sorpresa de que les dé igual el solomillo que la hamburguesa o la cocacola que el buen vino. Ustedes verán si quieren crear semejantes monstruos.

- Si una niña pide una espada o un disfraz de pirata, no le dejen un kit de maquillaje ni un vestido de princesa: ella quiere ser una pirata, no una princesa. Respétenla. Su madre ya se encargará de ponerle lacitos y hacerle coletas para lucirla como si fuese un caniche. Dejen que pueda respirar de vez en cuando enfundada en su traje de Jack Sparrow.

- No hagan caso a los padres; al menos, no les hagan demasiado caso. Los padres son un plomazo la mayoría de las veces. Son excesivamente sensatos y ustedes no vienen aquí para poner sensatez en las casas sino para dar felicidad. Tengan en cuenta que los niños estarán bajo la tutela de sus padres los 364 días restantes. Impongan su criterio por un día. Sean un pelín anárquicos y nada moralistas. Sus padres ya son moralistas, caray. Ustedes deben ser los hackers de la moralidad.

- Si hay algún regalo que no han podido conseguir (cosa inverosímil dado que son magos) o, simplemente, creen que lo necesita más otro niño, háganselo saber al damnificado en cuestión con una tarjeta escrita a puño y letra de su parte en la cual aclaren que tendrán ese regalo para el año que viene si vuelve a ser solicitado. Trabájense las cosas un poco más, que luego se quejan de que cada vez les gana más terreno Papá Noel.

- No se olviden de pasar por las residencias de ancianos para dejarles algún detallito. Ellos son los nuevos niños, esos niños que regresan otra vez al origen y  ya no piden apenas nada, simplemente que se acuerden de ellos. No sean ustedes tan insensibles como para no dibujarles una sonrisa en este día.

- Ah, que no se me olvide. No gasten bromas aunque vean que los padres del niño en cuestión tienen interés en reírse un rato. Si la caja es una Xbox 360, dentro debe hallarse dicha consola y no un chandal. Les dejo aquí un vídeo en el que se ve lo que nunca, nunca, deben ustedes  hacer. No tiene gracia; ninguna. Es más, a los padres habría que meterlos en la cárcel.




Y eso es todo. Como verán no pido nada más que aquello que entra dentro de sus obligaciones. Pero alguien tenía que recordárselo. Ustedes piensan que por ser Reyes tienen derecho divino, debe ser que nadie les señaló nunca eso de: Un rey no es rey por voluntad divina, sino porque sus antepasados se lo montaron....divinamente.

Bueno, espero que hayan sabido encajar la broma con sentido del humor. Por mi parte, les deseo lo mejor y les dejo aquí unas golosinas para endulzar el camino.


  ¡Feliz viaje de vuelta!

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