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sábado, 1 de enero de 2011

Propósitos


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No sé si por ir contracorriente, por vaguería, por estar encantada de haberme conocido, o por qué, pero lo cierto es que jamás en mi vida me he hecho un propósito de nada. Es más, estoy escribiendo esta palabra: ‘propósito’, y me suena completamente ajena, como si escribiese 'depósito' o ’parásito’.

Yo no me propongo hacer una cosa, simplemente la hago o no la hago. Claro, para hacerla antes debe haber sobrevolado por mi azotea aunque sea fugazmente, si no sería imposible hablar de voluntad libre. 

Pero eso que dice la gente en fin de año de: voy a proponerme dejar de fumar, aprender inglés, hacer dieta, querer más al perro, pasar más tiempo con la familia…etc., ¿para qué te lo tienes que proponer tanto rato y hacer partícipes a los demás de tus propósitos? ¿Necesitamos que los demás sepan que vamos a hacer un esfuerzo por superarnos y que si no lo logramos merecemos el perdón y si sí merecemos aplausos y loas? Es que no tiene ni pies ni cabeza. Si uno quiere aprender inglés que aprenda pero no que se proponga aprenderlo anunciando su propósito por megafonía. Realmente no entiendo qué significa proponerse algo: ¿hacer fuerza mental todos los días durante diez minutos antes de irse a dormir o al levantarse? ¿De qué sirve proponerse algo si no pasas a la acción cuanto antes? 

Y si encima tienes que esperar al 31 de Diciembre para proponerte cosas es que eres realmente lerdo. O sea, no solo no vas a hacer esas cosas y te vas a quedar en la mera propuesta , sino que además te esperas a que sea el último día del año porque necesitas que tus supuestos actos vayan en consonancia con el movimiento de traslación de la Tierra…¿por qué? ¿Deben entonces, siguiendo la misma lógica, hacer las mujeres pequeños propósitos mensuales para que su voluntad vaya pareja a la del ciclo lunar? ¿Estamos todos locos o qué?

Otra cosa es desear, desear está bien, es gratuito, por desear que no quede. Recordemos que cuando a una aspirante a miss mundo se le pregunta cuál es su deseo, normalmente responde que la paz mundial, a lo que sigue un intenso aplauso del público e incluso algunas lagrimillas de alguien,...cuando todos sabemos que esa chica va a hacer lo mismo por la paz mundial que por la preservación de la foca fraile del Caribe, en peligro de extinción. Y como desear en sí es una tontería, ¿qué más da hacer la tontada completa y desear en NocheVieja?

Pero el asunto del propósito es más peliagudo, tiene un matiz de esfuerzo personal, trabajo, carga, fastidio… que da un pelín de grima. 

También hay un componente interesante en este tema . Es muy fácil constatar los temores y complejos de los demás cuando te hacen partícipe de sus propósitos. Te están desnudando el alma sin el menor rubor al hacerlos públicos.  ¿No les da vergüenza ser tan poco pudorosos? Si uno se propone –en mi presencia- hacer dieta, no puedo evitar medirle, a ojo de buen cubero, el diámetro de su abdomen; y si otro anuncia al mundo que va a ser mejor persona, ¿no comenzamos a mirarle como si fuese el mismísimo Rasputín?

En fin, todo este manojo de palabras deshilachadas para anunciar que tengo un propósito para este nuevo año. Sin embargo, no lo voy a decir en voz alta. Quien tenga poder de leer en mi corazón, seguro que lo ha hecho ya.


Y como ya no se estila hablar de ellas, paso a hacerlo yo: ¿lo mejor de las Navidades? Me quedo con estas palabras de Chris Stevens retransmitiendo desde la K-OSO, en Alaska:



Y con este anuncio de Intereconomía, el más bonito que he visto en mucho tiempo:




¡FELIZ AÑO NUEVO, INTERNAUTAS!


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